PSICOTERAPIA ESPIRITUAL
Como dije en la presentación (Mi camino multidimensional), comencé con la formación formal en Medicina, luego en psiquiatría.
Recién recibida, y con mi interés en conocer las psicosis, elegí hacerlo como residente en el Hospital Borda. Iniciar cualquier especialidad es un nuevo camino, sin embargo creo que somos muchos los que, a veces, sentimos que la Psiquiatría es como una nueva carrera, más que una nueva especialidad. Aún si la transitamos en su modo más “similar” a la formación médica, como podría ser algunas miradas de las neurociencias, es para conocer una relación entre la anatomía y fisiología del cerebro, con “otra cosa” no vista hasta el momento: el comportamiento humano, su personalidad, sus emociones, sus pensamientos, sus actos.
Evidentemente esa sensación de “otra carrera” no es un fenómeno puramente subjetivo, ya que pronto comencé a experimentar que los psiquiatras, muchas veces, no éramos vistos como “muy médicos” en “el mundo médico”, tal vez los “menos médicos” de todas las especialidades. Y parece que para el público general tampoco es muy claro qué hacemos los psiquiatras, ya que muchas veces me han preguntado ¿Cuál es la diferencia entre un psicólogo y un psiquiatra, es que medica? Parecería una respuesta simple: el psiquiatra es médico, y sí, puede medicar. Pero la respuesta es mucho más compleja, simplemente porque la Diversidad existe en todo, y cada profesional-ser humano hace su propio recorrido. De hecho he conocido psiquiatras que no medican ¿pero dejaron de ser psiquiatras por eso? No, no define a la psiquiatría medicar o no, como no definiría a ninguna especialidad médica hacerlo o no.
Y si se medica, tampoco todos los médicos lo hacen de la misma manera, ni con la misma concepción, ni con los mismos medicamentos. Es cierto que hay una respuesta más “oficial”, conocida como el modelo médico hegemónico, pero la variedad de prácticas es mucho más amplia, lo que llevó a la Antropología Médica a delinear otro mapa de respuestas, distinguiendo entre ellas algunas formales y otras más informales, pero todas ampliamente usadas, como la medicina oficial (o modelo médico hegemónico), las medicinas tradicionales, las medicinas alternativas, las medicinas espirituales, medicinas religiosas, e inclusive los autotratamientos.
Sin embargo, medicando o no, si como psiquiatras nos vamos dedicando más a las psicoterapias, parece resultarle a algunos, más extraño, porque a priori ese parece el campo de los psicólogos, no de los psiquiatras, siendo generalmente la expectativa que nos dediquemos preponderantemente a la psicofarmacología, a los diagnósticos por imágenes, etc. Parece un fenómeno de desclasamiento: ni médico, ni psicólogo ¿entonces qué? Tampoco queda claro cómo se llegó a esta supuesta “división de tareas”, sobre todo si se tiene en cuenta que el conocido como padre del psicoanálisis, S. Freud, fue médico psiquiatra.
Todo puede resultar aún más desconcertante, menos “oficial y hegemónico”, si incluimos la mirada y abordaje energético espiritual, aunque en mi caso tuve la bendición de experimentar que cada paso que daba me brindaba mayor seguridad, confianza, sensación de integridad, de Unidad, y en la mayoría de los casos lo pude ir transmitiendo a otros.
Paralelo a mi entrenamiento en la psicoterapia espiritual, y aunque parezca paradójico, comencé a incluir la celuloterapia y la orthomolecular. Tal vez no tan contradictorio si entendemos que la visión espiritual es abrirse a la multidimensión, y reconocer todos los planos como posibles niveles de intervención.
El mayor anhelo es lograr la disolución-o transformación- del síntoma –del nivel que se presente: físico, emocional, mental, relacional-desde planos de Conocimiento-vibraciones superiores al que se creó.
Pero como decía Silvia Kamienomostki, creadora del sistema TICEAP- y una gran investigadora y conocedora de cómo explorar y trabajar en los distintos planos y dimensiones-, mientras no estemos, como humanidad y planeta, evolucionados en ese nivel de realización, habrá que aceptar un “mientras tanto”, en el cual mientras continuamos trabajando en esa Evolución, recurramos también a los diversos instrumentos que van surgiendo, manifestándose como posibles ayudas en el plano material, buscando-encontrando el que más resuene en cada uno.
Dentro de ese plano material, dentro de los recursos que siento encontré y me encontraron, además de la psicofarmacología, se destacan, la celuloterapia, las flores de Bach, la orthomolecular, la fitoterapia; este Universo de posibilidades obliga a un mayor discernimiento de cada instrumento, no es una simple suma de partes, es un Universo complejo, rico, que lleva más que nunca a evaluar en cada situación cuál- cuáles podrán ayudar más.
Un camino lleno de descubrimientos, y ciertas “extrañezas”, como descubrir, incursionando en la Psiquiatría Espiritual, la Neuroteología; y en la Orthomolecular la Psiquiatría orthomolecular: recorriendo tantas formaciones nunca las había escuchado.
Se habla de muchas clasificaciones, en todos los ámbitos, y entonces se habrá escuchado que muchas prácticas son incluidas en lo que suele llamarse la medicina alternativa, nomenclatura con la que muchos no coincidimos, ya que hace referencia a una contraposición con el llamado “modelo médico hegemónico”, y lleva a preguntarse ¿qué lo hace hegemónico? ¿es superior, mejor? ¿Es el más aceptado? Muchas investigaciones mostraron que la mayoría de las personas, a la hora de tener que buscar una respuesta para su problema de salud, recurren a varios modelos del mapa de los tratamientos, a veces en forma escalonada, a veces simultáneamente, quedando claro que la oferta llamada hegemónica no responde a la demanda hegemónica-dominante.
Tampoco sería una medicina complementaria, porque entonces merecería preguntarse ¿cuál es complementaria de cuál?
Las clasificaciones intentan ayudar a esclarecer, a ordenar, pero a veces rigidizan lo increíblemente plástico, o lo no encasillable. Podemos sencillamente aceptar que cada práctica es un conocimiento diferente, que pueden interaccionar, integrarse, complementarse – o no- de diferentes maneras con otros conocimientos y prácticas.
Fui aprendiendo que cada Conocimiento-práctica tiene su vibración, su cualidad, haciendo honor a la Unidad en la Diversidad. No hablaría de buenas o malas medicinas, mejores o peores, más o menos consistentes, sino más bien, como en todas las actividades, depende de la Conciencia del practicante.
Cada uno tiene la posibilidad de buscar-encontrar-ser encontrado, según sea su momento, y su camino, por la- o las- propuesta-s más adecuada-s, como terapeuta y como paciente. Es fascinante la generosidad del Universo en su ofrecimiento inagotable para nuestra Evolución, y el respeto, paciencia que tiene por nuestra imperfección, al mismo tiempo que nos motoriza hacia la perfección. ¿Cómo no ser nosotros respetuosos y pacientes con nosotros y los demás en esta búsqueda de la vibración más adecuada para nuestro camino?
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